Este empeño no hubiera
tenido lugar sin Carmelo Torres, un amigo canarión que cuando habla, y también
cuando trabaja, expresa la convicción de quien conoce y ama intensamente su
profesión y su tierra. Como en anteriores experiencias, me refiero a su persona y
a su familia con gran cariño y admiración. Con su permiso y con el de Miguel
Bencomo, mi concuño que vino desde Tenerife también a echar una mano, quiero contar con
palabras e imágenes la secuencia de la rehabilitación.
Durante semanas había acumulado “mollos” de caña (arundo donax) cerca de las casas ya que la primera tarea es precisamente pelar la caña para colocarla en el tejado. Parece razonable utilizar este vegetal tan abundante en nuestros barrancos en lugar de maderas “machiembradas” provenientes de otras latitudes.
Las cañas se clavan sobre las las tiseras por medio de tachas de diferentes tamaños, procurando no dejar espacios entre ellas y alternando su grosor para dar homogeneidad a la trama.
Una vez colocadas las cañas en el tejado a dos aguas es preciso colocar unas láminas impermeabilizantes que se sueldan entre sí con calor y así evitar filtraciones de agua.
Encima se coloca una fina malla plástica (color azul) sobre la que se extiende una torta de cemento y arena, quedando el tejado dispuesto para recibir la teja que se procurará sea en su mayor parte provenientes de nuestros antiguos hornos.
Se ha procurado hacer un relato resumido y breve, añadiendo algunas fotos. Se puede contactar si se tuviera interés en el tema o para acceder a tener información detallada o más imágenes
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