Cada actividad del amigo J. A. Jorge Peraza significa un nuevo texto pleno de amor a sus paisanos y a su tierra..
Cuando trabajas con personas que voluntariamente hacen rescate etnográfico
corres el riesgo de que esas personas no siempre estén dispuestas para hacer la
actividad. No cobran por ello, suelen tener familia, a la que sacrifican un poco
para participar en estas actividades. Aquí normalmente no hay presupuestos, ni
grandes ayudas, sólo su buena fe, yo solo pongo la fecha. Con esta labor están
contribuyendo a que no se pierda totalmente el rumbo de nuestro dia a día, tan
ajeno a lo que fuimos y a cómo lo hicimos. Cómo fuimos: un pueblo hecho al
esfuerzo y a la constancia, sufridor de trilbutos de sangre, de muchos éxodos,
de mucha tiranía, fruto del aislamiento, el insular y el de las pequeñas islas
dentro de la isla. Cómo lo hicimos: a base de luchar y padecer, de soñar y
seguro que muchas veces, de no sentir. Por eso el rescate etnográfico es un
homenaje, con actores y atrices que vivieron nuestro pasado en mayor o menor
medida, en su propia carne o en los cuentos y endechas que ya no escuchamos, que
ya nuestra gente menuda no escucha, ya casi nadie les cuenta. Y nos guste o no,
eso fuimos y así nos hemos hecho. Tan malo no ha sido porque al final tenemos un
folclore maravilloso o un carácter todavía mayoritariamente amable. Este año no
quería hacer la recogida de la cochinilla para no molestar, hay circunstancias
que no ayudan al equipo que desde hace varios años han hecho esta magnífica
recreación etnográfica, y es en ese momento cuando ese grupo resurge y con
brillantez me pide que haga lo único que se hacer, que ponga fecha, para que
ellas puedan poner todo su cariño y voluntad para mostrarnos como vivían las
recolectoras de cochinilla, como convivian con el sol, el calor, la
intransigencia a veces de quienes compraban su tesoro. Pero quieren hacerlo, por
eso nos encontraremos con ellas el domingo día 4 en Buzanada, y es como si nos
encontrásemos de golpe todo el tesón de generaciones, normalmente de mujeres,
que no han dejado de enarbolar su ímpetu para sobrevivir en estos peñascos
atlánticos. Anímense a venir. Un abrazo
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