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lunes, 4 de abril de 2011

Turismo rural. Lo que hemos hecho y donde estamos.


En Canarias y en La Gomera muchos pensamos que la opción del turismo es buena para nuestro desarrollo. Políticos y especialistas afirman que tenemos años de experiencia en recibir turistas y que las bondades climáticas de las islas, los paisajes, la seguridad y la conectividad con Europa son sólidos atributos que nos permitirán seguir siendo referencia en los mercados receptores.
También yo creo en nuestras bondades naturales, pienso además que disponemos de equipamientos y servicios de primer orden, pero si bien hasta ahora el conjunto de lo que disponemos ha sido suficiente para competir en precios con otros destinos rivales en turismo de sol y playa, no es menos cierto que nuestras ofertas alternativas al turismo de masas son escasas y todavía poco estructuradas.
Desde hace más de veinte años hemos venido hablando y trabajando con el turismo rural, especialmente con la rehabilitación de casas antiguas para dedicarlas a alojamiento. En todas las islas se han aprovechado los pasados años de bonanza económica para a través de ayudas públicas acondicionar casas, pajeros, cuadras, alpendres, casonas etc. y recibir huéspedes en ellas. Los alojamientos resultantes han sido de calidad dispar, dependiendo ello tanto del inmueble original como del proyecto de intervención elegido. En todo caso sí que existe una oferta legal notable de alojamientos de turismo rural, especialmente en La Palma, La Gomera, Gran Canaria, Tenerife y El Hierro. Igualmente notable es la oferta ilegal (establecimientos que no disponen de autorización turística de apertura) sobre todo en La Palma, Gran Canaria y Tenerife.
Durante demasiado tiempo hemos pensado que turismo rural es sinónimo de alojamiento rural. De forma simplemente equivocada hemos considerado que un hotel o una casa rural bien situada y equipada era formalmente un producto turístico, era turismo rural. No era relevante quién regentaba la casa, si era agricultor o no, si existía contacto entre cliente y propierario. Tampoco era especialmente importante el tipo de visitante que recibíamos, ni sus intereses, ni su capacidad de gasto. La promociones, primero en ferias y con folletos y luego en internet se centraban en llenar las casas rurales. Se describían los alojamientos, su ubicación y prestaciones y complementariamente y de forma, por lo general, parca y deficiente se dejaba caer alguna información sobre el entorno. Los alojamientos (casas, hoteles, apartamentos, pensiones...) se preocupaban en competir entre sí, incorporando para ello nuevos servicios y ganando en calidad, pero sobre todo utilizando la cuestionable herramienta de bajar los precios.
Pasamos dos décadas sin categorizar la oferta, sin premiar lo bueno y reconducir lo malo, sin eliminar los alojamientos ilegales, sin apoyar los esfuerzos de las asociaciones rurales, sin que las autoridades turísticas abrieran cauces de discusión y análisis, sin profundizar en modelos propios.
Pasamos dos décadas pensando que el hecho de tener un inmueble y una persona que lo limpiara era razón suficiente para ser titular de un establecimiento de turismo rural, creyendo que el alojamiento rural era la parte más importante de la oferta, Careciendo de identidad más allá de las cuatro paredes, desconociendo cuando no ignorando el papel del territorio y su gente, prescindiendo de la variable ambiental,

Y siendo así, ahora, ¿donde estamos?.

Estamos aprendiendo a marchas forzadas, viendo como algunos establecimientos cierran por falta de rentabilidad y sobre todo por carencia de perspectiva. Asistimos, como ya pasó con el tomate, la cochinilla o el tomate, a que lamentablemente tampoco nuestra generación es capaz de manejar plena e independientemente el producto de turno, llamémoslo turismo rural, dotarlo de identidad y valor y comercializarlo de forma que los beneficios mayores aniden aquí.
Estamos dándonos cuenta de nuestros errores y evaluando nuestras posibilidades reales en un mercado tan amplio y competitivo. Buscamos salidas y estamos trabajando. Y también es cierto que se van alcanzando logros y quemando etapas.