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jueves, 26 de enero de 2012

La vendimia

En las siguientes líneas describo aquello que aún recuerdo de cómo vendimiábamos en Vallehermoso. En algunas zonas esta forma tradicional de hacerlo perduró hasta los años noventa del pasado siglo.


Espléndido dibujo en el exterior de  la bodega insular
en Vallehermoso.
Casi todos llegaban al terreno con la ayuda de la luz de faroles y linternas. No obstante, desde días anteriores se habían realizado los preparativos de la vendimia: se habían limpiado los caminos, engrasado las tijeras de poda, preparado las cestas de asa y los recios cestos de mimbre o mimbre y caña.
Las mujeres, nada más llegar al terreno, elegían un lugar limpio y que quedara a la sombra, para poner la comida, dejando en lugar visible y fresco las botellas con parra y vino, para que los hombres se sirvieran.
Los cestos eran, por lo general, de caña y mimbre pelada y se solían encargar a maestros cesteros del Barranco del Ingenio y de Garabato. También los había sólo de mimbre pelada o sin pelar, e incluso de pirguan (raquis seco de la hoja de la palmera phoenix canariensis). No obstante, sólo los mayores cosecheros hacían acopio de grandes cantidades de cestos, los demás adquirían sólo algunos y otros que precisasen, se pedían prestados.
Se cortaban casi todos los racimos. En caso de sospechas de que el racimo no tuviera una calidad aceptable, el cortador novato dirigía su consulta al dueño de la finca, o a uno de los más viejos cortadores, que tras probar un vago del racimo daba con el propio gesto de la cara su veredicto, tirando lejos del lugar el racimo en caso de detectar el amargor de la pezonera o la pudrición.
Casi al comienzo de la vendimia una mujer de la familia adelantaba al resto de los vendimiadores con una cesta de asa o una canastra con unas helecheras en el fondo e iba seleccionando la uva “de comer”. Eran los racimos más dorados y dulces cuyo destino era enviarlos a Tenerife en la paquetera , o bien ser regalados a los vecinos que no tenían viña o a aquellas personas que habían colaborado en la vendimia.
Los vagos de uva, que accidentalmente caían al suelo, eran rápidamente recogidos para evitar la mirada y a veces el reproche del dueño de la viña. Para que recoger el mínimo vago de uva no fuera visto por los presentes como un gesto de excesiva cicatería, éste solía decir: es verdad que sólo es un vago...... pero con doce vagos se hace un vaso de vino, o bien: ya se sabe que grano a grano llena la gallina el papo.
Una vez llenadas de uva, las cestas de asa se volcaban en los cestos. Sin embargo antes de proceder a su transporte era preciso sellarlos. Proceso que consistía en ir hundiendo racimos en el borde interior del cesto, los cuales, a modo de calzos, evitaban el desprendimiento de la uva durante los vaivenes del transporte.
A los niños se les permitía que con muchísimo cuidado cortaran algún que otro racimo, pero eran sobre todo los encargados de retirar y amontonar para el proximo año estacas de caña (arundo donax) que a modo de horquetas sostenían las varas portadoras de los racimos, para de esta forma liberarlas del contacto con el suelo y del alcance de los lagartos. También podían ir delante de las cortadoras quitando las helecheras secas que tapaban los racimos para protegerlos de la fuerza del sol.
Las bandas de viña quedaban por lo general lejos de los lagares. De ahí que el mayor esfuerzo de la vendimia lo constituyera el traslado de los cestos colmados de uva. Para, en parte, facilitar este traslado se usaba la albardilla que era un utensilio muy ligero, elaborado con dos trozos de caña grueso de en torno a los 35 centímetros que servían de tutores para a su alrededor ir añadiendo diferentes capas de ristra hasta conformar un haz compacto y mullido; a ambos extremos de dicho haz se le cosía una tela de saco; la tela de saco se colocaba por toda la frente del porteador y el haz le caía sobre hombros o espalda. Cuando llegaba el momento de cargarse, los hombres se colocaban a modo de capucha gruesos sacos de tela y encima de los sacos se colocaba la albardilla.
Para aupar el cesto desde el suelo hasta la albardilla se precisaban no menos de dos o tres personas, que acompasaban esfuerzos para cargar al porteador de la manera más cómoda. Dependiendo de la distancia al lagar se solían hacer descansos intermedios en lugares previamente elegidos o incluso si los porteadores eran pocos o si había prisa se cargaba a la remúa, forma en la que el trayecto se dividía en dos o varios tramos y cada persona se encargaba de hacer únicamente su tramo.
El trabajo del acarreto de la vendimia hasta los años setenta se hacía normalmente a peón vuelto es decir que vecinos de una misma zona se ayudaban mutuamente y en el mismo grado. Pero la dureza del trabajo hacía que en muchos casos se prefiriese pagar un jornal antes que participar en la vendimia. Esta dureza se hacía menor, o al menos así lo aparentaba, con la ayuda de los vasitos de parra (aguardiente de vino) y de vino, cuyo suministro era sabiamente administrado por el dueño del terreno.
Muy nombradas eran las vendimias realizadas en lugares bastante retirados de una carretera, como Clavo, Las Dionisias, El Roque, Los Guanches, Barranco Seco. A través de estrechos y sinuosos caminos bajaban los porteadores, uno detrás de otros, cantando a la porfía isas y folías, quien más alto cantara mejor porque demostraba menos cansancio o controlar mejor su respiración. En realidad mientras se cantaba se engañaba un poco al cansancio y se evitaba pensar en el trecho aún por recorrer.



jueves, 12 de enero de 2012

Artesanía en la cesta de la compra.


Cestos de vendimia hechos de caña y mimbre

Hace un par de días tomaba un café con José María Real y con Juan Leralta. Ambos son excelentes conversadores y versados ambos en temas relacionados con el desarrollo Local. No en vano Juan había sido alcalde en Letur, un pequeño pueblo de Extremadura; y José María es dinamizador perpetuo de iniciativas relacionadas con el turismo rural en La Gomera. Este último me hablaba, orgulloso de una cesta de la compra hecha con fibras vegetales que había traído de Mallorca que era la envídia de todas las señoras con las que coincidía en el mercado. Vehementemente, como es en él habitual, se preguntaba porqué en La Gomera no podíamos elaborar y vender este tipo de piezas también. En otra ocasión haré una nueva entrada hablando del tema. Ahora tan sólo pretendo enlazar las reflexiones de José María con un artículo que publiqué hace algunos años en la revista ESEKEN.

Cuando ya salía de la tienda de IKEA en Tenerife, en el lugar donde se apilan los artículos de fibras vegetales, me tropecé con un cesto redondo, sin tapa, que compré. Era muy barato, lo puse en el baño para la ropa sucia y aparentemente está muy bien acabado. Además del precio, el hecho de que estuviera trenzado con ristra me sorprendió y lo sigue haciendo.
Lo primero que me pregunté es cómo es posible que una tienda de muebles del Norte de Europa, podía comercializar una pieza elaborada con este material, impropio de esas latitudes. Seguramente IKEA, al igual que otras grandes empresas de múltiples sectores, no sólo venden lo que producen, sino que encargan o delegan la fabricación de ciertos artículos, de los que no son especialistas, a otras empresas radicadas en otros países con costes de producción muy inferiores.
Mi cesto no es artesanía. Parece, pero no es. Cumple perfectamente el cometido para el que fue pensado, pero no es artesanía. Aparenta rústico, pega muy bien con el lugar en que lo coloqué, pero no es artesanía.
Me reitero en el convencimiento de que el objeto que compré es algo elaborado en muchas cantidades en un lugar que desconozco y probablemente por las manos de un operario y no de un artesano.
Con el pasar de los días me procuré consolar pensando que es lo de menos si la pieza era más o menos original. Al fin y al cabo cumplía a mis deseos la función que le destiné, y además me resultó una compra económica.
El consuelo me llegó, pero nunca el convencimiento. Deseo y espero que quien me lea, haya pasado por trance parecido para poder llegar juntos al final del escrito.
Casi todos apreciamos del trabajo artesanal un conjunto de innegables atributos. Como cualquier artista, el artesano a través de sus manos deja en su obra parte de su persona, nos ofrece una pieza única, una expresión singular. Recupera con su trabajo la memoria de nuestro pasado y un pedazo de nuestra identidad. Utiliza por lo general materiales nobles y cercanos a su entorno. La constancia, el esfuerzo y la dedicación del artesano constituye para los más jóvenes una enseñanza en toda regla en este deshumanizado y cibernético mundo. La artesanía, en cualquier parte del mundo, colabora sustancialmente a sostener la maltrecha economía del mundo rural.
Aunque todo es cierto, somos sin embargo testigos del retroceso de algunas especialidades artesanales y del languidecer de la artesanía más tradicional.
A todos nos debe preocupar la salud de la artesanía. Sabemos de algunas causas de su decaimiento y debemos investigar las restantes. Debemos buscar la forma de reconocer y aprender del hombre y de la mujer artesana, que es una forma de darle valor a su obra y a todo el sector. Bajo unas inequívocas señas de calidad y de origen, debemos proteger los trabajos más auténticos y genuinos. Ahondar en la interacción de la artesanía con otros sectores productivos, como el turismo, es otra línea de trabajo a seguir.
No todo se resume en no tener ni tiempo ni dinero para cambiar las cosas. No nos debe valer como excusa. Sin duda existen otros caminos intermedios o paralelos consistentes en acometer algunas pequeñas iniciativas que demuestren a las claras que tomamos partido de forma decidida por cambiar la situación de la artesanía.
Y cada uno de nosotros, desde nuestra posición, nos correspondería aportar el consabido granito de arena. La administración local planificando y gestionando la obtención de ayudas de instancias superiores, los artesanos arropándose en una plataforma desde la que puedan defender mejor sus derechos, los consumidores premiando al artesano con su elección de compra.

Baudilia Arzola. Exclente artesana de cestería


Por mi parte, ya hemos decidido en familia retirar del baño de casa el cesto de IKEA y poner un cesto de mimbre pelada que hace Baudilia en el Barranco del Ingenio. Además tiene tapa.







miércoles, 11 de enero de 2012

Turismo rural y la cooperación al desarrollo: La experiencia de ACANTUR en Marruecos.

La asociación TIGZIRT para la cultura y el desarrollo es una ONG que tiene su ámbito principal de actuación en Essaouira una de las 41 provincias de Marruecos. Sus componentes son mayoritariamente jóvenes estudiantes o recién titulados con orgullo de su ascendencia bereber y dispuestos a trabajar por mejorar las condiciones socioeconómicas de su pueblo y su territorio.

En la Asociación Canaria de Turismo Rural (ACANTUR) fue recibida una cordial invitación de TIGZIRT para desplazarnos a Marruecos y allí realizar un primer contacto y una valoración de la potencialidad de algunas zonas rurales de Essaouira en aras de posibilitar el desarrollo de iniciativas turísticas aprovechando sus riquezas naturales y humanas.
ACANTUR valoró muy positivamente la importancia del intercambio y buscó la financiación para afrontar los costes de desplazamiento hasta allí de dos miembros del equipo directivo, a principios del mes de noviembre. La visita estaba avalada por Radwan Khan, Cónsul Honorario de España en Essaouira.
Essaouira es una ciudad blanca y ocre de unos 80.000 habitantes, llena de murallas, antiguas fortificaciones y monumentos históricos, su Medina ya ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Allí tuvimos la oportunidad de alojarnos durante dos días en el exótico hotel Riad Al Madina, durante muchos años lugar de encuentro en los años sesenta de famosos (Orson Welles, Jimmy Hendrix, Leonard Cohen etc.) rockeros y bohemios. Nuestros anfitriones nos acompañaron a recorrer algunos de sus rincones para apreciar el valor de su comercio, gastronomía y patrimonio arquitectónico.
Ante un público mayoritariamente joven y muy atento expusimos los principales rasgos del turismo rural en Canarias y de la trayectoria de ACANTUR como entidad que aglutina más del 60% de la oferta alojativa existente. Igualmente se trataron aspectos relacionados con los actuales modelos de actuación propugnados por la Unión Europea para favorecer la implantación de procesos de desarrollo local caracterizados por la innovación, la participación y el enfoque ascendente.
Dedicamos un día a visitar diferentes núcleos rurales de Essaouira: Ait doud, Imin´Tlit, Kaouki etc. El paisaje vegetal del medio rural lo conformaban Thuyas, Tamarindos, eucaliptos y sobre todo arganes. Este último es un árbol superviviente de la era terciaria y tiene un gran interés económico al permitir con sus frutos la elaboración de un aceite consumible, dietético y muy afamado por su utilidad en el cuidado dermatológico. La elaboración de aceite de argán es realizado por mujeres que se organizan en cooperativas. En la Cooperativa de Kaouki apreciamos las fases del proceso de elaboración y supimos de los valores nutricionales y dietéticos de este “oro líquido” de Marruecos, con agradable sabor a avellana. Sentadas en el suelo con la espalda arqueada hacia delante nueve mujeres se enfrascaban durante nueve horas al día en partir con un callao de mar las cáscaras del argán para extraer su valiosa pepita. El jornal diario es de unos seis euros.
Al compartir té y comida con algunos responsables públicos de pequeñas comunidades rurales, aprendimos que los principales problemas que se exponían eran la falta de infraestructuras sanitarias y educativas. Por ejemplo el Rais de la Comunidad de Imin ´Tlit con 9.000 habitantes a una hora en coche de Essaouira, nos decía que no disponen de médico y son atendidos por una enfermera que no me atreví a preguntar si era titulada. No existe red de saneamiento ni de abastecimiento de agua potable. El año pasado perdieron su cosecha y sus animales debido a la sequía. Más del 70% de los municipios son rurales en Marruecos y en gran medida puede que esta sombría realidad sea compartida por buena parte de ellos.
Los cuarenta kilos de material escolar que Pedro Carreño, Presidente de ACANTUR y compañero de viaje, había desplazado desde Fuerteventura fue repartido entre los muchachos que acudían primero desconfiados y luego sonrientes hasta donde teníamos nuestros coches de alquiler.
Entre las construcciones más típicas que encontramos cabe destacar las riads, antiguas casas de piedra y barro, por lo general de planta rectangular, y que en las zonas urbanas se estructuran alrededor de un patio central con jardín o incluso con una fuente. Muchos europeos y algunos marroquíes invierten en el rescate de estas edificaciones para dedicarlas a alojamiento o incluso a residencia propia.
Ya en el terreno de las valoraciones y sugerencias, es de destacar en primer término el indiscutible valor y el gran potencial que encontramos en el grupo humano que constituye la asociación TIGZIRT. Tienen una formación académica y profesional bastante sólida así como la inequívoca voluntad de trabajar sobre los recursos endógenos de su territorio, en aras de propiciar la activación del tejido social y económico de la región. Y todo ello desde la conciencia y el claro reconocimiento identitario de la cultura bereber. En este sentido debemos recordar que la lengua indígena de Canarias procedía completamente del bereber y como indica el doctor en Filología por la Universidad de Añadir, Omar Ouakrim, sería de gran utilidad dar continuidad a las investigaciones sobre el sustrato lingüístico común que relaciona Canarias con el Norte de Africa. Aunque en Canarias nos identificamos como parte de la realidad y del pensamiento occidental europeo, es más que recomendable un esfuerzo para tender puentes de para acercarnos intelectual y económicamente a África, ya que en lo geográfico es más que evidente esta proximidad.
Marruecos para el año 2010 se plantea alcanzar la cifra de 10 millones de turistas. Dentro de estas previsiones el turismo de tipo rural supondría, lógicamente, un porcentaje muy reducido del total. Como en el modelo turístico implantado en su día en Canarias, la penetración del turismo de masas está siendo explosiva, alimentado por excelentes playas, buen clima, coste reducido de la mano de obra y abundante suelo urbanizable.
De este modo, la perspectiva más inmediata es la construcción de abundantes hoteles de máxima categoría en zonas de costa, lo cual debe ir de la mano de una urgente mejora de infraestructuras y servicios, especialmente los relacionados con la salud.
Es previsible que ello posibilitará, a medio y largo plazo, un claro aumento de las oportunidades para otro tipo de turismo relacionado con la naturaleza o la cultura. Ya en la actualidad Essaouira recibe una importante cantidad de turistas que responden al reclamo de sus encantos como ciudad-patrimonio. Igualmente se organizan excursiones de diverso tipo para conocer los rincones de la ciudad y sus zonas rurales.
Los riads infrautilizadas en las zonas rurales pueden convertirse en la principal tipología alojativa para un turismo alternativo. Muchas se han convertido ya en elegantes casas de huéspedes, en las que se sirven desayunos e incluso almuerzos por encargos. La estancia en un riad se nos mencionaba como una experiencia más rica que la de un hotel y con un precio equivalente, tuvimos el placer de comprobarlo.
Al analizar las posibilidades que tiene el desarrollo en Essaouira de un modelo de turismo rural, cultural y de naturaleza, siguiendo, en lo posible, patrones de la experiencia de la Asociación Canaria de Turismo Rural, cabe plantear que en Marruecos las posibilidades de apoyo administrativo y financiero para incentivar la rehabilitación de inmuebles son escasas. En Canarias los Fondos Comunitarios aportaron una inyección económica decisiva para este fin. Por otra parte, resulta difícil que los habitantes de zonas rurales puedan afrontar los costes de rehabilitación de antiguos inmuebles.
En Canarias dicha dificultad fue solventada merced a una mayor accesibilidad a financiación externa y al avenimiento de promotores con mayor capacidad de ahorro provenientes en muchos casos de núcleos urbanos cercanos.
La propiedad de los antiguos inmuebles está fragmentada entre muchos herederos. Los costes de rehabilitación son, por lo general, más reducidos que en Canarias, y además se ha contrastado que, una vez rehabilitadas, los riads adquieren superiores precios de alquiler que los hoteles o casas rurales de Canarias.
El paisaje, la artesanía, la gastronomía y la cultura de Essaouira son activos de enorme personalidad histórica y gran valor turístico. Tal es así que, con independencia del valor de otros componentes de la oferta, como los servicios y equipamientos, constituyen por sí mismos y aisladamente, argumentos suficientes para, captar y fidelizar cada vez más visitantes. Dicho esto, cabe añadir que la calidad de los servicios y los equipamientos de la zona deben mejorar sustancialmente en aras de garantizar estándares de calidad acorde a lo que demanda un mercado exigente, globalizado y competitivo.
Por último resaltar la innegable capacidad de los miembros de la asociación TIGZIRT para estructurar una oferta alojativa (ya existente) y organizar actividades de ocio (excursiones, visitas etc.). Sin embargo, no es previsible que tengan margen de maniobra para hacerlo a corto plazo, y con las debidas garantías de éxito. Al respecto ACANTUR está en disposición de llevar a cabo diversas acciones de asistencia técnica.



Este artículo es una actualización de uno inicialmente publicado en la revista digital ESEKEN. 05/01/2099