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lunes, 19 de diciembre de 2011

Macayo, patrimonio cultural.

Concepto del patrimonio cultural de Canarias(*) El patrimonio cultural de Canarias está constituido por los bienes muebles e inmuebles que tengan valores arqueológico, arquitectónico, artístico, bibliográfico, científico, documental, etnográfico, histórico, industrial, paleontológico o técnico. También forman parte del patrimonio cultural de Canarias los bienes inmateriales relacionados con los conocimientos, actividades, saberes, técnicas tradicionales y cualesquiera otras expresiones que procedan de modelos, funciones y creencias propias de la vida tradicional de Canarias.
(*). Borrador del Proyecto de Ley de Patrimonio Cultural de Canarias
Casas con esquinas irregulares

Al subir por el Pie de La Cuesta, en La Esquina y en El Portal las casas de piedra y barro de Macayo, medio ocultas entre palmeras, restos y maleza, nos brindan una vistosa y peculiar forma de entrecruzar esquinas y contraesquinas. Sucede que en las esquinas algunas piedras se sientan sin tallar, en toda su extensión y sobresaliendo de la rasante, conformando atípicos dientes de perro. En otros lugares de la isla se pueden igualmente ver casas aisladas realizadas de esta forma, pero no conozco ningún lugar en el que conformen un conjunto tan abundante.
El enmatacanado (empedrado) del antiguo camino que sube hasta La Montaña aparece desgraciadamente sólo por tramos. Hace treinta años, aprovecharon buena parte de su trazado para colocar el saneamiento y rectificar los escalones, que de paso ahora los escasos vecinos los encuentran más cansados y resbaladizos.
Ya arriba en La Montaña, desde donde ya divisamos la Presa de Macayo, a pocos metros de la casa de Salvadora Mendoza, artesana de la ristra e igualmente ganchillera y trabajadora de macramé, nos encontramos dos pequeños lagares de los cuales uno está en desuso; el otro funciona todavía con una prensa y hasta hace dos años preparan el queso rodeándolo con una soga de juncos del barranco trenzada por Antonio Cruz.
Al recorrer algunas zonas del barrio, como El Portal, encontrarás bastantes casas antiguas con techos y muros ya caídos o desmoronándose. Lamento especialmente el estado del lagar comunal que está a escasos metros de la Montaña, encima de la carretera. Ya se había caído el techo al completo, dejando a la intemperie la tina y una colosal viga de eucalipto y ahora le toca el turno a sus gruesos muros de ripio y barro. Una parte de sus tejas, muchas rotas, se apilan en un terraplén contiguo.
Pili Dorta, que casi linda con el lagar, todavía no pierde la esperanza de verlo algún día de nuevo en pie. Aunque nada será como antaño cuando los cosecheros tenían que guardar turnos para pisar la uva que a veces se prolongaban a la luz de velas o quinqués. Los hermanos Ramón y Manuel Vera eran los encargados de afeitar las pieles para hacer los foles y de llevarlos impecables al lagar.

Lagar de La Montaña en ruinas.

A pesar de que las dificultades ni Pili, ni sus amenos y generosamente compartidos recuerdos, han abandonado Macayo. Sostiene una foto de 1.936 de la que va nombrando escolares del barrio y sus maestros. Fue sacada en el antiguo cuartel de la Guardia Civil de La Rodadera, meses antes de los trágicos sucesos conocidos como El fogueo. Ello da pie para recordar que en Macayo, había preocupación por la cultura, se leía y se discutía, organizándose comprometidas y serias obras de teatro. Por asistir a ellas se cobraba y mucha gente del pueblo subía a verlas. Las octogenarias Práxedes y Marcela relataban de carretirlla abundantes tramos de sus respectivos papeles.
Los hermanos Cordero, fueron músicos autodidactas. Tocaban guitarra y laúd y sobre todo se recuerda el sonido que Borito le sacaba al violín. Brindaban a todo el barrio ensayos interminables desde el patio de su vistosa casa situada en El Lomo.

Para los bailes que periódicamente se organizaban en los salones de la casa de Prudencio y de Pily subían hasta Macayo Luis Navarro, Antonio Ramis y Pablo González, entre otros músicos de La Calle que junto a Ñito Cordero conformaron la orquesta Los milagrosos. Antonio Ramis me cuenta que también iban a tocar a Las Rosas, a Valle Gran Rey y a Tamargada.
Justo encima del lagar y de uno de los principales salones de baile vivía Benjamín. Hace algo más de treinta años, cuando la escuela de primaria de Vallehermoso estaba todavía en el edificio de la Federación Obrera de La Ladera me dio clases. Solían llamarlo para cubrir las sustituciones de maestros titulares. Era paciente y condescendiente a pesar de las burlas. Sabio.
Sequimos subiendo. Es posible que si se nos ocurre mirar al cielo distingamos el humo de la cocineta de Carmen Delia y de Pepe Negrín. Suspendidos en una tabla se ahuman una docena de quesos. Estan hechos de leche de cabra y de oveja que aún pastan en Lo Jácome. La calidad de la leche, el cuajo natural y un paciente deshuerado los convierten en exquisitos bocados y en el principal ingrediente para el almogrote casero.
Abundaron en Macayo los morales. Hoy, a pesar de su abandono todavía quedan bastantes. Con su fruta bien madura, Delia Cordobés hasta el año pasado seguía elaborando vino de mora, un sirope color violeta espeso y dulce, especialmente apreciado para la cura de los golpes internos y del que Taganana, me dicen, era zona tradicionalmente productora.
Pie de La Cuesta y Los Bellos
La Romántica es la mejor atalaya para apreciar el entramado de parcelas de cultivo en Macayo. Viña, papas y naranjos principalmente. A pesar de la poca gente que queda, son abundantes los llanos que aparecen plantados. Verdes, marrones y ocres se mezclan en un trenzado reticulado muchos de cuyos tramos aparecen bordeados por la tubería de la red de riego.
Es sin embargo desde la curva de Los Bellos desde donde mejor se aprecia el palmeral de Macayo, empezando por los grandes ejemplares del fondo de la finca Los Roquillos. Soberbio y erguido acoge y envuelve el barrio, como protegiéndolo y en realidad es así puesto que enmascara con generosidad algunas irracionales, por innecesarias, edificaciones.
Paisaje Agrícola con Finca Los Roquillos al fondo.
La versatilidad de los nuevos materiales de la construcción nos permiten levantar casas cada vez más grandes y en lugares inverosímiles. Las construcciones de nueva planta se parecen bastante entre sí y coinciden en alejarse de las formas arraigadas en el entorno y de los materiales que tradicionalmente se usaron. Como sabemos ello es ha sucedido en muchos lugares, pero es especialmente preocupante su incidencia en lugares que como Macayo han rezumado equilibrio y belleza. Se está produciendo una grave alteración del conjunto panorámico caracterizado por abundantes caminos empedrados, casas de piedra y barro con tejas elaboradas en el lugar, terrrazas y bancales de piedra seca, palmas de diverso porte y abundante vegetación silvestre. Y esta alteración supone una importante pérdida colectiva. Todos somos testigos mudos de esta transformacíón, absurdamente convencidos de que es algo inevitable. Increíblemente conformes con la irreversibilidad del proceso.


A Manolo Suárez, mi compadre, un artista de Macayo que ya no está.

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