Al amparo de Iniciativas Comunitarias
con fondos específicos de Europa y de subvenciones otorgadas por diversas
administraciones, los esfuerzos se centraron, en primer lugar, en apoyar la
creación de oferta de plazas de alojamiento; para luego centrarse en mejorar su
calidad. Todo ello, coadyuvado por una fecunda respuesta de la iniciativa
privada, organizada en muchos casos en
plataformas asociativas locales, insulares y regionales, como luego veremos. En
el periodo 1992-2003 en Canarias, más de 300 proyectos dirigidos a la
rehabilitación de inmuebles fueron apoyados por fondos públicos. Así, la mayor
parte de los pueblos y zonas rurales de las islas cuentan hoy con una, más que
testimonial, oferta de hoteles y casas rurales, que se suman a las plazas de
alojamientos preexistentes en viviendas turísticas y apartamentos.
Entre los principales factores que han
motivado que más de medio millar de familias y microempresas canarias, decidieran
invertir en la restauración de una
antigua edificación para crear un hotel o una casa rural, han de ser citados:
- Buscar ingresos complementarios a una actividad agrícola.
- Aprovechar las ayudas públicas.
- Buscar pequeñas alternativas económicas a otros miembros de la familia.
- Añadir valor a un inmueble abandonado.
- Invertir los beneficios procedentes de otras actividades fuera del ámbito rural.
- Aprovechar el ciclo favorable del turismo rural inducidos por la positiva imagen que proyecta.
- Disponer de un patrimonio o herencia familiar.
Se puede igualmente citar algunos de
los riesgos, o probables errores, ante a los cuales un excesivo afán
emprendedor actúa como bloqueo impidiendo su debida anticipación y toma en
consideración:
- Errar en la idoneidad del emplazamiento del inmueble, bien por estar alejado de los nodos de comunicación, bien por tratarse de una zona degradada o con poco atractivo ambiental o paisajístico.
- Fallar en la intervención de rehabilitación. Excederse en la duración de la obra e incurrir en costes no previstos, necesidades de intervención no previstas inicialmente y los consecuentes desfases, o un acabado final no deseado a resultas de la elección de materiales y muebles, entre otros.
- Embarrancamiento en trámites administrativos o cumplimiento no adecuado de los trámites de autorizaciones y permisos reglamentados.
- El desconocimiento del funcionamiento del negocio turístico en aspectos tales como la captación y atención de los clientes.
- Fallar las ayudas previstas por circunstancias diversas: agotamiento de partidas, elegibilidad, errores en la tramitación de las mismas, etc.
- Respuesta del mercado y en consecuencia, la suficiencia de los márgenes de beneficio en la explotación de la actividad.
Como se ha dicho buena parte de los propietarios provienen de zonas urbanas. Ello ha supuestonuevasy diferentes energías para el campo. Aunque las situaciones difieren mucho entre islas, muchos de los que deciden quedarse aportan innovación y conocimiento en diversos aspectos (restauración, medio ambiente, agricultura, etc.). Otros, buscando en el medio rural un espacio para invertir, deciden hacerlo en la rehabilitación de un inmueble, algunas veces familiar, o en otros casos de nueva adquisición. Se busca una edificación bien comunicada y de buenas prestaciones, sobre la que, por lo general, se realiza una cuidada rehabilitación y posterior dotación de mobiliario. Este perfil de promotor, por lo general limita su implicación en las acciones asociativas y establece vías de promoción y canales de comercialización propios, vinculados a las nuevas tecnologías.
Texto del autor del blog, extraído de la publicación "Planificación y gestión del turismo rural. Reflexiones desde la experiencia en Canarias. Federación Canaria de Desarrollo Rural. 2.008.
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